El Gambado

Arroyo Gambado el origen de su nombre. Un hecho heroico.

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 El nombre del Arroyo Gambado proviene de un hecho relacionado con la explosión del vapor Fulminante.

 Giovanni Corazza un vecino de las Conchas (hoy Tigre) fue quien le dió origen el nombre al Arroyo Gambado y fue por un hecho fortuito en ocasión de la explosión.

El hecho se produce porque mientras se incendiaba el Vapor Fulminante el Sr. Corazza o don Gío como lo conocián los “tigrenses” (en esa época se los llamaba de otra forma, dejo al lector que deduzca cómo) se encontraba realizando sus tareas rutinarias.

Don Gío, fué un isleño de origen Genovés que había encontrado en el arroyo mencionado, que por entonces se lo llamaba “el del tano”, su hogar y su sustento.

Se dedicaba principalmente a cosechar cañas de bambú, que había traído su vecino Faustino Sarmiento y que aún podemos ver algunos vestigios de lo que fuera la plantación de Corazza frente a la casa de Haroldo Conti.

También se comenta que Don Faustino los trajo junto con los primeros eucaliptos y con ellos vino un koala, pero éste habría mordido al sanjuanino que decide mandarlo al penal de Usuahia (conste que no había VAR en esa época) y a pesar de los reclamos de Clemente Onelli, el marsupial fue enviado al extremo sur del país. Por suerte para el foráneo éste fue alojado en una celda junto a otro recluso petiso y orejudo como él, con quién trabaría una inesperada amistad. Pero esa otra historia, volvamos al Gambado.

Llevaba las cañas es una piragua de construcción casera, que el mismo isleño había confeccionado con el papel del diario El Nacional sobre un bastidor de mimbre e impermeabilizado con aceite de linaza.

Con esa misma embarcación solía visitar a Sarmiento, esas visitas se constituyeron en algo habitual y como ocurrían el día de descanso de don Gío, Sarmiento y sus amigos lo llamaban “el Dominguito”.

La tradición del dominguito duró unos años hasta que Florentino Ameghino, que resultó no ser muy amiguero, en una disputa de naipes en la casa del Abra Nueva le dijo a Dalmácio Vélez Sarsfield que no tenía códigos, este último retrucó a su interlocutor diciendo era un fósil y a pesar de la intermediación de don Gío para calmar las aguas, el grupete se disolvió.

A pesar de su avanzada edad Giovanni Corazza nunca abandonó su casita en la isla ni su rutina de trasladar las cañas que dejaba en la rampa del actual Club de Regatas Hispano Argentino para que sean llevadas y acopiadas en un galpón del barrio porteño de Palermo, cuyos aledaños terminarían cambiando de nombre.

El comerciante Luis María Campos y su socio Federico Lacroze eran los principales compradores del bambú autóctono. Durante mucho tiempo lo utilizaron para alimentar el ganado criollo de las muchas hectáreas que entre ambos poseían, y según los registros de la época habían heredado de sus conyugues.

Mezclando alfalfa con hojas de bambú, en lo que sería un precedente de la modalidad del feedlot, pretendían lograr que lo bovinos indocumentados se convirtieran en raza Holando, posiblemente alentados por las ideas del científico Juan Baigorri Velar, seguramente inspirado en el pelaje de los osos panda.

Aunque no ha sido verificado, podría haber sido el origen de la raza Holando-Argentina.

Volvamos al Gambado.

El día del fatídico accidente del Fulmiante, don Gío se encontraba llevando las cañas en su piragua, y se estima que estaba muy cerca del lugar mismo de la explosión cuando esta se produjo.

Fue rescatado de las aguas por un joven llamado Evaristo Manomano, afortunadamente aún con vida ya que varios minutos antes otro joven llamado Juan Gamba habría pasado por al lado del accidentado y no lo habría socorrido alegando algo así como “hay que bancar los trapos, migo” y partido rápidamente en otra dirección.

Corazza es llevado a la salita de primeros auxilios donde recibe los primeros ídem. Ante la gravedad de las heridas del isleño se decide trasladarlo a los astilleros de Alfonso Girot en la provincia de Corrientes.

Allí la doctora Cecilia Grierson, por ese entonces practicante y que, aunque oficialmente nunca habría ejercido como cirujana, realiza la amputación de los miembros inferiores de paciente, salvándole la vida.

Volvió don Gío a su humilde morada a orillas del arroyo y con el empeño y tozudez ante la adversidad se sobrepone a su discapacidad. Adquiere una canoa nueva con un préstamo de una banca anglosajona que construye a medida otro vecino y carpintero del mismo arroyo.

Nuestro querido tano se las ingenia para volver al navegar, y amigos, conocidos y ocasionales parroquianos vuelven a verlo recorrer el canal Fulminante como otrora en mejores tiempos.

El viejo además está bastante sordo, seguramente por motivo de la explosión, y cuando algún isleño al verlo pasar le pregunta: “Y don Gío, ¿cómo anda?, éste a todos responde levantando dos dedos de una mano y gritando “gamba do”, siendo esta su forma de explicar que le amputaron ambas piernas.

Y así es cómo la expresión de don Gío, que usaría hasta el fin de sus días como respuesta a cualquier pregunta le termina dando origen al arroyo que hoy llamamos Gambado.