Hola, les acerco un par de historias resumidas referidas al origen del nombre de la localidad Tigre.
He estado investigando este tema, ya que como saben, no me gusta quedarme con la explicación “oficial” que muchas veces no se corresponde con la estricta realidad histórica.
El paso del tiempo, los intereses y veleidades de las personas suelen cambiar los acontecimientos, por lo que mi lucha es por recuperar la verdad basado en los hechos y nada más que los hechos.
En un siglo de los pasados, un sujeto de origen árabe, que escapando de un conflicto relacionado con cabras o porque era cabrón (los documentos hallados están algo deteriorados para determinarlo con certeza) se mete como polizón en un paquebote que haría la ruta Trípoli – Boston.
Decimos haría porque finalmente la nave se dirige a Sudamérica y arriba al puerto de Buenos Aires.
Adelantando un poco el relato, nuestro viajero descubre que su única pertenencia, una alfombrita que usa para rezar a la Mecca es un objeto muy admirado por los porteñ@s de la época.
Entonces se le prende el sol de noche y comienza a importar alfombras de oriente que le mandan los parientes desde su tierra natal. Algunos de los envíos terminan en Natal, Brasil, pero es otra historia.
Adelantamos un poco más y Al-Kasar (así se llamaba este personaje) amasa una fortuna mientras su esposa amasa falafel.
Receloso del garitero de la esquina, decide llevar sus objetos de más valor; pinturas, esculturas, semovientes y contante y sonante a una finca que adquiere en el Delta.
Así, el magnate textil busca seguridad para el tesoro que atesora.
Pero se da cuenta que necesita reforzar la vigilancia, su vecino Sarmiento es de hacer fiestas con gente rara y eso lo incomoda.
Se corre la voz de que Al-Kasar está buscando una fuerza de élite para custodiar su morada, que en realidad era blanca con vivos dorados.
Un grupete de inmigrantes japoneses radicados en Escobar se entera y decide aprovechar la oportunidad dado que había sido un mal año para ellos desde la llegada del Sprayette.
Urden un plan que consiste en hacerse pasar por miembros de la Yacuza, o mafia japonesa, y ofrecer sus servicios.
Para ello se hacen tremendos tatuajes con corcho quemado, lo que serían dragones y quimeras varias resultan en cabezas de tigre porque el artista no sabe hacer otra cosa.
Los vigilantes de Al-Kazar cada tanto aparecen por el continente para que les retoquen los tatuajes, y andan por el paseo Victorica tratando de hacerse entender …. Tigle, Tigle repiten a los retratistas, que en ese entonces se dedicaban a hacer caricaturas para los visitantes.
Algunos despistados asociaron Tigre con el nombre del lugar, el resto es historia.
Hoy en día podemos disfrutar de hermosos jardines en el Delta, legado de los improvisados Yacuzas.
Y es de allí, mis estimados lectores que proviene el nombre de la localidad, o mejor dicho el cambio de nombre como veremos en el relato a continuación.
En aquellos turbulentos tiempos sin Internet las gentes gustaban mucho de ser identificadas por el lugar de procedencia, y no tanto por un avatar, IP o nickname.
A los vecinos de Ortúzar los llamaban Suertudos, a los de Las Lomas les decían Lomudos, a los de Samborombóm, bueno, eran pocos, no los llamaban.
Pero el problema lo tenían los vecinos de Las Conchas, no le gustaba mucho como era su gentilicio así que organizaron una pueblada, fueron al ayuntamiento con varas de mimbre y tarariras adiestradas a reclamar por una solución.
El funcionario de turno, ya preocupado por posibles contagios, pretende lavarse las manos y dice que su residencia está en el partido de al lado… se especula que por lo bajo habría dijo: ya no me banco a estos plin plin plin (en alusión a los vecinos de Las Conchas)
Pero la presión no baja, si bien el río sube y baja, y en una asamblea popular se decide cambiar el nombre a la localidad y, aprovechando que ya algunos turistas identifican la zona como El Tigre, ese es el nombre elegido.